El domingo 20 de noviembre de 1910, desde las seis de la
tarde, iniciaba el levantamiento armado convocado por Francisco I Madero para
poner fin al gobierno de Porfirio Díaz, quien
llevaba 30 años en el poder. El objetivo era establecer elecciones más libres y
democráticas.
Para llevar a cabo la revolución se creó el Plan de San
Luis, un documento que denunciaba los abusos del régimen porfirista y ofrecía,
entre otros proyectos, restituir a los campesinos los terrenos que les habían
sido arrebatados arbitrariamente.
Al serio problema de la distribución de la tierra, se sumaba
la situación de miseria de los campesinos, que estaban prácticamente sometidos
al poder de los grandes terratenientes, ya que les regulaba el salario y, a
través de las llamadas "tiendas de raya", les proporcionaba el alimento y el
vestido al precio que deseaba.
No solo eso, se permitía a los sectores empresariales la explotación de los obreros, con bajos salarios, largas jornadas de trabajo, nulas prestaciones, trabajo dominical y nocturno; además de la inseguridad e insalubridad de los talleres.
La apelación al apoyo rural significó que el campesinado se
sumara de manera unánime al alzamiento maderista.
A finales de mayo de 1911, los generales Pascual Orozco y
Francisco Villa tomaron Ciudad Juárez, Chihuahua, lo que representó el triunfo
de los rebeldes; después de las elecciones de octubre de ese año, elevó a
Francisco I. Madero a la Presidencia, en lo que fue la primera etapa de la Revolución
Mexicana.
Tanto el movimiento agrario como aquel que estaba en contra de Díaz se presentaron en un frente conjunto para derrocar al presidente. El lema era "Sufragio efectivo, no reelección".
El movimiento revolucionario continuó los siguientes años con descontentos entre las distintas facciones que lo iniciaron. Uno de ellos fue Emiliano Zapata, quien al frente del Ejercito Libertador del Sur, reclamaba a Madero haber incumplido lo ofrecido en cuanto a la devolución de tierras a las comunidades indígenas y agrarias del estado de Morelos; este último fue asesinado en la "Decena Trágica" en febrero de 1913.
En tanto en Chihuahua, al norte, Pascual Orozco acusaba al presidente de corrupción y traición al país.
Tras el asesinato de Madero, Victoriano Huerta consiguió
la presidencia, pero las fuerzas revolucionarias se reorganizan y crean el Ejército
Constitucionalista comandado por Venustiano Carranza.
Esta lucha se enfocó esta vez en Huerta y buscaban que
dejara el poder. En este marco se creó el Plan de Guadalupe, el cual llevó
a otros enfrentamientos que llevaron a Carranza al poder, luego de "el
usurpador" dejara la presidencia.
Las luchas armadas comenzaron a generar miles y miles de
muertos entre 1914 y 1916. Al norte, por ejemplo, se encontraba Francisco
Villa, quien combatió al lado de Carranza para quitar a Huerta. Mientras Zapata
continuaba en el sur del país.
Se considera que la promulgación de la Constitución de 1917
puso fin a la Revolución Mexicana; sin embargo, la lucha se prolongó más
tiempo, antes de que el país se estabilizara.
Ese día marcado por la historia cambió el rumbo de nuestro
país. Las consecuencias de este movimiento social se prolongarían durante
muchos años, y darían forma al México de nuestros días.
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