martes, 8 de diciembre de 2020

Leyenda del Sol y la Luna


Existen muchas leyendas que tratan el origen del Sol y la Luna. Hoy, te presentamos una leyenda que surgió de México, y que explica el origen del Sol y la Luna. La siguiente es una leyenda prehispánica.

Leyenda del Sol y la Luna

Muchísimo tiempo antes de que los días se comenzaran a medir por horas, los dioses de la ciudad sagrada de Teotihuacan Se juntaron para poder elegir a alguien que fuera el encargado de proporcionarle la luz al mundo.

Uno de los presentes, cuyo nombre era Tecuciztecatl, mencionó que él tenía las aptitudes necesarias como para cumplir con esa misión, sin que surgiera ningún problema.

Sin embargo, también mencionó que sería una labor solamente difícil, por la cual ocuparía de un compañero. Los presentes se miraron unos a otros durante gran parte de la noche, sin que nadie pronunciara ni una sola palabra.

Mientras tanto, en un rincón, se hallaba Nanahuatzin, un dios al que pocos le prestaban atención, debido a que su poder era inferior al de sus demás compañeros. La junta principal se acercó a él y le preguntaron que, si quería ser el acompañante de Tecuciztecatl en esa aventura, a lo que finalmente accedió.

Transcurrieron exactamente cuatro días después de aquella propuesta, pues el cuerpo de ambas deidades debía purificarse.

Llegada la fecha, la ceremonia se preparó y cuando le tocó el turno a Tecuciztecatl para lanzarse al fuego eterno y así transformarse en el «Astro Rey», no pudo hacerlo, pues el miedo invadió su ser.

Cada vez que lo intentaba, sin darse cuenta iba retrocediendo más y más. En eso, Nanahuatzin se armó de valor y cerrando sus ojos se tiró al vacío para ser abrasado por las llamas sagradas.

Los dioses no podían dar crédito a lo que acababan de presenciar, ya que se suponía que el otro candidato era el que mayor valor poseía. Por su parte, Tecuciztecatl quedó tan avergonzado por su cobardía, que instantes más tarde también se arrojó al fuego

Pocos minutos después, en el cielo apareció el sol (concretamente al este de Teotihuacán). Su luz era tan potente, que era imposible ver con claridad el paisaje.

Después, emergió la luna saliendo desde el oeste. Su tonalidad hizo que hubiera un equilibrio, lo que provocó el surgimiento del día y la noche.

Se cuenta que, como premio por su bravura, los dioses dejaron que Nanahuatzin fuera el sol de por vida, pues querían que alguien valeroso iluminará a todas las criaturas del orbe.

También se menciona que a Tecuciztecatl se le permitió ser el señor de la noche, pues, aunque no cumplió con su objetivo primordial, tuvo el tiempo necesario para corregir su error y hacer lo correcto.

Además, se les dio el mismo tiempo para reinar en el mundo, ya que cada uno vigila una porción de la tierra por doce horas.




De esta forma concluye una de las leyendas del Sol y la Luna que provienen de México.

 

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