En cada rincón del territorio mexicano existen historias y
leyendas fincadas en un pasado lejano del cual no podemos desprendernos y que
es importante conservar; desde las que narran hechos que marcaron las
tradiciones que hoy en día conservamos y las que nos recuerdan las dificultades
que vivieron nuestros antepasados, hasta aquellas que por su desgarrador
desenlace pintan localidades con un presente sombrío y tenebroso.
Los llamados "pueblos fantasma" de México han sido desde sus
comienzos imanes de turistas y curiosos que buscan poner a prueba su valentía.
Lugares que alguna vez fueron habitados y estuvieron llenos
de voces, colores y aromas, permanecen inhabitados solo con los ecos que sus
muros no dejaron ir. La prosperidad que fue alguna vez sólo conserva sus
caminos.
Algunos de ellos fueron centros importantes durante la
Colonia, época en que la minería fue explotada como nunca antes. Otros fueron
conocidos por sus actividades comerciales. Hoy muchos de ellos son ruinas, y
los mitos que reviven épocas pasadas envuelven a estos lugares con un velo de
misticismo.
Es en Yucatán donde se encuentra uno de estos pueblos
fantasma. En el kilómetro 17 de la carretera que va de Mérida a Progreso,
está Misnebalam, donde en sus mejores años llegaron a vivir 170 personas.
Misnebalam, que significa "cola de jaguar", fue una comunidad que se dedicaba a la producción del henequén, una especie de agave de la cual es aprovechada su fibra para hacer tejidos, cuerdas para barcos, costales, entre otras cosas.
¿Qué es el henequén?
La importancia de esta hacienda es indiscutible cuando se
entiende que el henequén era considerado como el “oro verde” en la época
prehispánica; incluso, apenas en el siglo pasado propició una derrama
económica muy importante.
El henequén es una planta del género de los agaves, cuyas
fibras se utilizaban para la fabricación de sogas y
cordeles. Naturalmente, cuando el hilo sintético llegó, la industria
del henequén se fue en picada, incluyendo la Hacienda de Misnébalam.
Los dueños de Misnébalam
Según uno de los documentos que posee la Biblioteca de Yucatán, don
Fidencio Marqués era el dueño original de la hacienda, pero el 22 de octubre de
1921 sufrió un atentado cuando se dirigía a su propiedad. Uno de sus hijos
logró llevarlo herido a Mérida, donde le salvaron la vida.
Después de ese ataque, sumado a que la industria decayó,
paulatinamente la hacienda y todo el pueblo alrededor comenzó a ser
abandonado hasta que en 2005 fue declarado con población cero.
Leyendas
A partir del violento hecho, la comunidad se sumió en hechos
paranormales: apariciones y demás fenómenos atemorizaban a la población.
No fue sólo el fantasma del dueño de la finca henequenera el
que se aparecía por las calles del pueblo, también se comenta la presencia de
un niño al que los pobladores llamaron "Juliancito", cuyas
apariciones y muerte no tienen explicación hasta ahora. Incluso, varios
programas y canales dedicados a lo paranormal han realizado un sinfín de
trabajos relacionados con este caso. En el lugar, hay un altar para que puedas
dejarle un dulce o juguete a Juliancito, y así no te haga travesuras.
Por si fuera poco, la
iglesia del lugar también es el escenario de las manifestaciones de un monje de
túnica negra que sube al techo del templo y extiende los brazos formando una
cruz, así como voces y ruidos extraños, casas en donde no vive nadie, pero se
prende la luz y otras muchas historias que se cuentan a todo aquel que llega al
pueblo "fantasma".
Los pobladores de Misnebalam fueron abandonando el
lugar poco a poco por los macabros hechos, y a partir del 2005 quedó vacío.
Algunos de ellos, ya que no iban a volver, solicitaron al gobierno que el lugar
se convirtiera en un atractivo turístico.
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