En medio de este paraje, al que por cierto también se le conoce como Valle Bisabírachi, existe un arroyo que hace aún más relajante la visita a este lugar.
La leyenda dice que se trata de monjes petrificados tras
varias horas de meditación por la figura que emulan; para otros, son el
resultado del trabajo humano de hace millones de años; pero los científicos
dicen que estas formaciones son producto de abruptos movimientos geológicos
combinados con el desgaste producido por viento, agua y sol, como sea el
panorama que ofrecen es espectacular.
Cada roca llega a medir hasta 60 metros, de ahí que al
verlas de cerca resulten imponentes. No son pocos los que se animan a
escalarlas, como para sentir que estas fantásticas formaciones son reales y no
son producto de un ardid visual.
El silencio en el Valle de los Monjes se vuelve
más profundo conforme se acerca la tarde. Cabe mencionar que, para los
rarámuris, estas rocas toman un simbolismo de Dioses dispuestos a escuchar y
aconsejar en medio de la naturaleza.
El Valle de los Monjes, además de ser un lugar para la
contemplación, es un destino para los amantes de la aventura a los que les
llama la atención la caminata, la bici de montaña, el senderismo y el rappel en
las distintas peñas a su alrededor.
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