jueves, 21 de enero de 2021

Zacahuil, el tamal más grande y de origen huasteco

 


Los tamales son uno de los platillos preferidos y más populares de la cocina mexicana, nos gusta comerlo como desayuno, ya sea solo o dentro de un bolillo y claro, acompañado de un atole calientito, pero, ¿te podrías imaginar un tamal tan grande que pueda alimentar hasta 70 personas?

Definitivamente es una locura, pero en la Huasteca esa delicia sí existe y recibe el nombre de Zacahuil. 

 



Del náhuatl zacahuili, zacahuil, que significa zacate o con sabor a zacate, definido por el Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana.

Este tamal llega a medir más de metro y medio de largo y llega a pesar 20 kilos, esta delicia huasteca es preparada por docenas de habitantes que se reúnen para llevar a cabo la preparación y pasar un buen rato entre amigos.


Un regalo huasteco

El zacahuil es un platillo que comparte la región de la Huasteca: San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo. La receta en los tres estados es prácticamente la misma: masa quebrada, manteca de cerdo, chile chino, cascabel y carne de cerdo o guajolote.

Es un platillo que incorpora muchas técnicas culinarias mesoamericanas: el nixtamal, la preparación de moles o salsas para el relleno y una cocción debajo de la tierra con leña y piedras calientes.

Otro elemento muy importante es la envoltura de esta masa preparada en hojas de plátano.

 



Origen 

Durante los tiempos prehispánicos el tamal se preparaba con distintos rellenos como jabalí, venado, faisán, víbora, codorniz y armadillo. Cuenta la leyenda que el primer zacahuil se preparó con la carne de un líder mexica de nombre Huehuetli, quien había causado una masacre a los huastecos, por lo que decidieron comerse su carne, sobre todo las mujeres que habían sido lastimadas por él.





También hay una versión del origen del zacahuil un poco menos sangrienta; se trata de una ofrenda que hacían los pueblos de la Huasteca a los dioses para pedir por un buen clima y agradecer las cosechas.

Evidentemente, la cosa cambió con la evangelización, y en la actualidad su preparación consta de preparar una masa de maíz martajada con chile ancho, guajillo y pasilla, cebollita asada, ajo, manteca, especias, polvo para hornear y carne de puerco o pollo. Lo que sí permaneció fue el método de cocción, las hojas de plátano y el gusto por comerlo. 

A diferencia de las otras recetas de tamales, la masa del Zacahuil debe tener trozos sin moler.

 

 


Hacer un tamal con exceso de dimensiones no es cualquier cosa. La cocción toma aproximadamente de 10 a 12 horas y es importante conocer la hidratación de la masa para no dejarlo crudo o demasiado cocido. Generalmente son las mujeres de la casa las que lo preparan.

La masa se mezcla con la salsa y la carne sobre las hojas de plátano. Dicen que dependiendo del tamaño de la familia será el del zacahuil.

Es importante amarrarlo bien para que la masa no se desparrame y tome la forma deseada. Además de esto hay que distribuir bien el relleno para no dejar espacios con pura masa.




Se mete en el horno -conocido como texcal– y se cubre con ladrillos y barro para concentrar el calor. Pasadas las horas, se saca del calor, se revisa la cocción y listo.

Este es un platillo de fiesta, presente en bautizos, bodas, XV años. El tamaño no discrimina: de uno solo pueden comer todos los invitados.




La venta de zacahuil en los pueblos huastecos también es todo un ritual. Aunque generalmente se cocina para las propias familias, quienes lo venden tienen bien estudiado su mercado.

El tamal llega a su punto de venta y la gente va con sus propios platos a tomar la parte que más le gusta. Las orillas son más secas y el corazón más blando.

¿Ya has probado este tamal gigante?

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