Los sitios arqueológicas de México han forjado nuestra
historia y en gran parte, el turismo del país. En esta ocasión visitamos un
lugar único en el Estado de Hidalgo, un sitio arqueológico impresionante
ubicada en el municipio de Tula de Allende. Tollan-Xicocotitlan, del Náhuatl "Lugar de Tules o juncos", fue la capital del estado Tolteca en el periodo
posclásico temprano (600-1521 de nuestra era).
Los toltecas crearon una cultura muy avanzada en
su tiempo, tanto desde un punto de vista social como técnico, y por ello
no ha de extrañar la grandiosidad de vestigios arqueológicos como los Atlantes de
Tula. Unas esculturas de proporciones enormes que se han convertido en el icono
de los toltecas.
Estas amenazadoras figuras de cuatro guerreros
colosales se elevan sobre los visitantes, mostrando el poder y la
ferocidad de la misteriosa civilización tolteca. Sus expresiones
faciales y particularmente sus ojos transmiten, incluso hoy, una actitud de
deber constante. Es como si estuvieran observando estoicamente el paisaje
de los enemigos perdidos.
Características
Los cuatro Atlantes de Tula son unas esculturas labradas en
dura piedra basáltica y que alcanzan los 4,50 metros de altura. Lo que le
da una presencia imponente y un aspecto intimidador a cada figura. Y es que
cada una de ellas tiene grabados elementos que se identifican con bravos
guerreros toltecas.
Una altura tan considerable hace que cada uno de los
Atlantes de Tula se componga de cuatro bloques. Uno primero en la parte baja
representa las piernas del guerrero. Mientras que el segundo y el tercero son
el tronco. Y, por último, el cuarto es la cabeza. Cuatro bloques que tienen una
unión perfecta entre ellos.
El aspecto de los guerreros de Tula
En una piedra tan dura como el basalto se talló a la
perfección toda la indumentaria que llevaban los guerreros toltecas. Es
decir, se distingue el tipo de cascos que usaban, sus brazaletes, orejeras,
musleras o discos protectores sobre la espalda. Están todos los detalles, de
manera que se ve que calzaban sandalias y ocultaban sus partes íntimas con un
taparrabos.
Pero además, también muestran el armamento de la época.
Es decir, se distingue un pectoral en forma de mariposa, varios cuchillos,
alguno en la mano y otros en los brazaletes, así como tienen un lanzadardos.
En definitiva, que los Atlantes de Tula nos muestran
perfectamente el modo en que se guerreaba en esa zona hacia el siglo X,
cuando se tallaron estas figuras.
¿Qué fueron los Atlantes de Tula?
Es obvio que ese tamaño y ese fiero aspecto ha despertado la
imaginación de los estudiosos de la cultura tolteca y precolombina en
general. Por ello se ha especulado con infinidad de interpretaciones y leyendas
sobre los Atlantes de Tula. Sin embargo, nos ahorraremos esas divagaciones
porque lo cierto es que estas figuras tuvieron un uso arquitectónico.
Artísticamente, se denomina "atlante" a columnas o
apoyos constructivos que tienen forma de hombre. Es decir, que los Atlantes de
Tula fueron una especie de espectaculares columnas que sostenían el techo del
templo de Tlahuizcalpantecuhtli, ubicado en la parte más alta de una pirámide emblemática
del yacimiento de Tula.
El descubrimiento de los Atlantes de Tula
Las primeras referencias escritas a la ciudad de Tula las
hizo fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI. Posteriormente, ya en el siglo
XIX se realizaron varias excavaciones arqueológicas en esta zona cercana a la
ciudad de Pachuca, al suroeste del estado de Hidalgo.
Pero hubo que esperar hasta el año 1940 para que por
fin los Atlantes de Tula volvieran a ver la luz. Si bien, salieron por partes y
hubo que recomponerlos para poder ubicarlos de nuevo en su emplazamiento
original.
De esta manera, se han convertido en el mayor reclamo
para visitar este yacimiento tolteca, donde además se puede ver el
Palacio Quemado, alguna cancha del juego de pelota y un museo de sitio donde se
descubre toda la historia del lugar, del yacimiento y un sinfín de datos sobre
los impresionantes Atlantes de Tula.
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